Por qué no me gustó Actividad paranormal: la dimensión fantasma (Paranormal Activity: Ghost Dimension, 2015)


Puede que Actividad paranormal: la dimensión fantasma, sea la última parte de una saga que se caracterizó por un problema básico: la falta de planificación.



Desde que Oren Peli llevó a la pantalla aquel falso documental sobre manifestaciones fantasmales en Estados Unidos, se buscó seguir generando dinero a base de bajos presupuestos e ideas que trataran de hilar una historia mientras abrían más ramificaciones que permitieran estirar la renta.
En verdad, me gustan las películas del estilo de Actividad Paranormal porque en cierto punto me recuerdan aquellos textos de terror de Edgar Alan Poe que fueron "Manuscrito hallado en una botella" o "Ascenso al Maelstrom", o también todo lo que hizo HP Lovecraft -por ejemplo, "Dagón" o "La llamada de Cthulu"-. Esto es, el relato fragmentado de un narrador que intenta poner en palabras algo que vio y no termina de entender.



No digo que Peli o el resto de los guionistas sean como Poe o Lovecraft, sino que algo de lo que aquellos escritores lograran transmitir con texto, ahora se sirve de distintos tipos de registros como el audiovisual. Obviamente que el lenguaje escrito puede dar mayores posibilidades, a través del simbolismo, que la imagen.
Además, es interesante ver como la serie de Actividad paranormal fue "comentando", la manera en la que la sociedad del siglo XIX intenta registrar la realidad. En la primer película esta ese joven que contaba solamente con una cámara de video semiprofesional, en la segunda aparecían los circuitos cerrados de cámaras de vigilancia, en la tercera se contaban los malabares que hacía un camarógrafo para tratar de grabar en VHS alguna prueba de lo que pensaba que estaba ocurriendo (fue muy divertido), en la cuarta se daba paso a las webcams, chats, notebooks y smartphones (de una forma muy estrafalaria); en la quinta (o sea, Los marcados) se hablaba de llegaba de las cámaras de acción, las video cámaras y otras vez los celulares a las clases populares y el impacto que tuvo esto en youtube. Y aquí donde se llega a este último paso, la "dimensión fantasma", que no es otra cosa que buscar un poco de vida extra en el auge del cine 3D con un guion que da pena por la falta de ideas.
En tren de cursilería, se podría pensar que una sexta entrega apelaría a la realidad virtual, que recién ahora ha comenzado a llegar al público en general.



El desencadenante de toda la acción en esta película, es la aparición de una cámara fantástica que permite captar a la entidad fantasmagórica conocida como "Tobi" como nunca antes fue vista (un guiño a "Poltergeist", tal vez) Ocurre que la familia  Fleeges, vive en una casa levantada sobre las cenizas de la casa de la tercera película -que por cierto, nunca se vio en llamas-.

La otra novedad es que no aparece Katie Featherston en versión adulta, sino solamente como una pequeña que vive entre los finales de los 80s y el principio de los 90s.

El director es el debutante Gregory Plotkin, quien había trabajado de editor en las anteriores entregas a a partir de la segunda parte.

Sí, se van a ver fantasmas, pero ocurre que esos fantasmas no son como todos quizás crean que son los fantasmas y entonces empieza el debate sobre si los fantasmas existen o no y si en todo caso ven como los muestra la película. O sea, los fantasmas se terminan viendo como se han visto en muchas películas. Es algo chocante, porque indica que no se busco alguna otra alternativa.



Otra vez hay una niña, Leila, que algo tiene que ver con todo, y un grupo de personas sin sentido común que le sigue el carro al jefe de familia, el intrépido Ryan, a pesar de que de a poco todo empieza a pintar mal.
Tanto la tercera película como "Los marcados", introdujeron muchas ideas en la saga, como la hermandad de las brujas y los viajes en el tiempo, pero esta última entrega parece ser nada más que un refrito.
No hay nada que no se haya visto en otra parte. En cierta manera, esta película adolece de lo mismo que el final de "El juego del miedo", cuando se dieron cuenta de que había que escribir un final, ya la audiencia se había cansado de la repetición de los clisés.



Eso sí, hay un cierre, y una suerte de explicación a todo lo ocurrido, que emparenta a Actividad paranormal más con la ciencia ficción que con el cine de terror.

Existe una versión sin clasificar que incluye escenas no vistas en el cine y un final alternativo que parece más feliz que el que se incluyó en la versión que se vio en la pantalla grande.

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